Me estoy tejiendo, al menos eso intento, me tejo lenta y concienzudamente, me busco sin encontrarme pero cada vez que lo hago la voz lejana que grita mis nombres lo hace de forma mas sonora, mas real, mas identificable; ya no es ese grito de terror que me angustia, ya no es ese hilo de voz apenas audible que puedo facilmente evadir, olvidar, no, ahora es una queja, una necesidad, un estruendo claramente recibido, que me pide atención, me pide vida, me pide ayuda, necesito ayudarme, quererme, sanarme.
Quiero estar conmigo, tranquila en mi, feliz en mi, abrazar a esa pequeña niña que hace mucho años olvide, abandone, tomare un consejo muchas veces repetido por mi, nunca para mi, lo retomare en mi, caminare entre piedras, ríos, espinas, caminare con el rumbo muy fijo, con las experiencias en la piel, en el alma, pero sobre todo con los ojos bien abiertos para observar el trayecto, el camino, entender que la meta es solo un continuo y que el camino es importante.
Me receto tiempo...
soledad...
amor para mi.
Me receto paz.
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